Текст 17: Un euro barato cambia el mapa exportador
El Banco Central Europeo ha tenido que abrir todas las compuertas, pero, para alegría de los exportadores europeos, por fin el euro ha rendido su fortaleza y ha empezado a perder posiciones ante sus rivales internacionales. Desde principios de año, la moneda única se ha depreciado más de un 7% frente al dólar estadounidense y la libra esterlina. De las monedas de los diez mayores destinos de las exportaciones españolas fuera de la eurozona, solo dos (la lira turca y el dinar argelino) han perdido valor frente al euro.
Esto no solo ha contribuido a una aceleración del crecimiento económico de los Diecinueve, sino que además ha redoblado el interés exportador de las empresas españolas, y no solo fuera de la eurozona. “Los productos fabricados en España se vuelven más competitivos en Alemania o en Francia”, explica María Jesús Fernández, analista de Funcas, “no si los comparamos con los productos locales, sino porque son más competitivos con respecto a productos similares procedentes de terceros países”.
No es la única ventaja. “En China, ahora mismo, los tipos de interés rondan el 5%”, explica Sixto Rodrigo, director del segmento de empresas de Deutsche Bank. “Los tipos más bajos, como los que hay en Europa ahora mismo, no solo permiten a las empresas españolas financiar sus líneas a un coste más bajo que las locales, también permiten ofrecer crédito a sus clientes allí”.
La depreciación, no obstante, no es la única variable que debe considerar un exportador. “Hay tres factores a tener en cuenta”, enumera José Luis Martínez, de Citi España. “Primero, el tipo de cambio. Segundo, el dinamismo importador del país comprador. Y tercero, su apertura comercial”. En esta nueva situación, inversores y analistas procuran establecer cuáles son los mercados con mayor potencial para los exportadores.
Los analistas advierten: no hay que entusiasmarse excesivamente por unos resultados que, además, tardarán en hacerse ver. “La ventana de oportunidad que se abre no ha de eclipsar la complejidad inherente a algunos mercados”, dice Antonio Hernández, socio de Estrategia Energética e Internacional de KPMG. “A no ser que tenga cierta magnitud, una depreciación no suele tener demasiado efecto en las exportaciones”, considera María Jesús Fernández, “porque los exportadores suelen preferir aprovechar la ocasión y aumentar sus márgenes. Pero creo que ahora sí puede tener consecuencias en el PIB”.
Текст 18: Pequeños países que desentonan
Latinoamérica está destinada a crecer menos. Al menos durante 2015. Las grandes economías exportadoras de materias primas —cuyo precio se ha desplomado en el último año— han sumergido a la región en un ola de pronósticos cada vez menos halagüeños. Los organismos internacionales han vaticinado un avance del producto interior bruto (PIB) de la zona que no pasará el 1%. Bajo este escenario, cinco economías pequeñas: Panamá, Bolivia, Paraguay, Nicaragua y República Dominicana, desafinarán en la región. Todo indica que estos países cerrarán el año con un crecimiento superior al 4%.
La receta del éxito de estos países ha sido heterogénea. Algunos apuestan por la estabilidad y resguardo de su política macroeconómica, otros centran su atención en la apertura de su mercado, en inversiones en infraestructuras, el crecimiento del turismo o la diversificación de sus exportaciones. Ángel Melguizo, director para América Latina y el Caribe de la OCDE, comenta que en el caso de Panamá, Nicaragua y República Dominicana, al ser importadores de materias primas, se han beneficiado de la bajada en los precios de esos productos. El experto menciona que estas naciones también han aprovechado la llegada de grandes flujos de capital exterior y el aumento de las exportaciones hacia EE UU.
Caso contrario sucede con Bolivia, una economía totalmente dependiente de los hidrocarburos, en particular del gas natural. Las ventas al exterior de este producto acaparan el 53% del total de las exportaciones del país. La nación andina —que ha realizado 21 nacionalizaciones desde 2006— ha sabido administrar los frutos del boom de las materias primas, indica César Arias, analista de la calificadora Fitch. Según el pronóstico del Fondo Monetario Internacional (FMI), el país sudamericano crecerá este año un 4,3%, casi un punto porcentual menos que en 2014. “La caída no es tan pronunciada, porque los recursos derivados del gas han financiado en la última década un aumento en la inversión pública, y un alza en los salarios ha empujado al consumo interno”, recalca Arias.
Paraguay, el sexto exportador de soja a escala internacional, se ha convertido en uno de los países más dinámicos de la región. Aun cuando el 40% de su PIB está sustentado en el sector primario, el FMI prevé que el país —con siete millones de habitantes (24% de ellos sumergido en la pobreza)— crezca un 4% en 2015, frente al 4,4% de 2014. Juan Carlos Martínez Lázaro, profesor del IE Business School, afirma que a pesar de que la economía paraguaya tendrá una merma, el Gobierno de ha sabido sacarle jugo a las exportaciones de carne y ha sabido abrirse nuevos mercados, pues ha llegado a ocupar un sitio privilegiado: el octavo país productor y exportador del mundo.
Текст 19: Españoles carentes de etiquetas
Las ventas a granel de productos agrarios y alimentarios son para unos una salida necesaria que permite mantener y aumentar los niveles de producción y de superficies de cultivo, sosteniendo unos precios discretos en los mercados en épocas de excedentes. Para otros, una vergüenza que juega en contra de las rentas de los agricultores e industriales y la imagen del producto. Al margen de las opiniones, lo cierto es que este negocio afecta especialmente a dos de los productos más significativos del sector agrario español: el vino y el aceite. Una cantidad elevada de ambos productos se envasa, etiqueta y comercializa en otros países, generalmente sin citar su procedencia.
Con un volumen de ventas de más de 40.000 millones de euros en 2014 y con una clara tendencia en ascenso, las ventas agrarias y alimentarias constituyen uno de los motores de las exportaciones. Este auge de las ventas y la posibilidad de abrir nuevos mercados, especialmente en Asia, decidió al Ministerio de Agricultura a poner en marcha un plan para impulsar la internacionalización del sector. La Administración fichó al tenista Rafael Nadal por 1,5 millones de euros por un periodo de dos años para promocionar los vinos, los aceites y el jamón ibérico. Aunque la industria alimentaria ha ido paulatinamente aumentando en los últimos años la oferta de productos más elaborados y de mayor valor añadido, la mudanza de un negocio de venta a granel hacia otro donde tengan mayor peso los envasados es la gran asignatura pendiente de las industrias vitivinícolas y aceiteras. En especial, por parte de las cooperativas que concentran las mayores producciones. “Es preciso avanzar mucho más en la venta de envasados con denominación de origen, en la venta de vinos varietales, y conseguir unos mayores ingresos siguiendo el ejemplo de países de la competencia”, señala Rafael del Rey, responsable del Observatorio Español de los Mercados del Vino.
El experto pone un ejemplo cercano. En 2000, según el Observatorio, los vinos a granel italianos suponían el 48,7% de sus ventas en el exterior. En la misma fecha, las ventas españolas significaban el 47,1%. En 2014, los graneles supusieron solo el 27,6% de las ventas italianas. Por el contrario, las exportaciones españolas de este tipo representaron el 55% del total.
Del Rey entiende que se han hecho importantes esfuerzos para cambiar la situación del mercado, pero añade “que es indispensable seguir mejorando, tanto para rebajar las ventas de graneles como para aumentar el precio de este tipo de vinos, superando la asociación de graneles con baja calidad”. Pero hasta en precios se compite en desventaja: mientras los productores españoles venden el vino a granel a una media de 0,40 euros el litro, los franceses lo exportan a 0,80 euros. Como España exportó en la campaña anterior 1.200 millones de litros, una mejora de los precios para acercarse a los que reciben los franceses le hubiera reportado a los exportadores españoles 600 millones de euros más de los 2.633 millones percibidos.
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